miércoles, 27 de mayo de 2009
martes, 19 de mayo de 2009
Nathalie Djurberg
Nathalie Djurberg estudió en la Escuela de Arte de Hovedskous (Gotenburgo) y en la Academia de Arte de Malmö (Suecia). Su obra ha sido expuesta en varios centros y galerías de arte como Rhodes & Mann Gallery (Londres), Galleria Giò Marconi (Milán) y el Moderna Museet (Estocolmo), entre otros.
Animación hecha con figuras de plastilina. Con un formato similar al de los cortos infantiles, el espectador tiene la sensación de que es un niño otra vez, y que el mundo está lleno de cosas nuevas y estimulantes. Sin embargo, muy pronto descubre que esas cosas nuevas tienen también su costado oscuro y amenazante.
La sueca Nathalie Djurberg, de la que se exhiben tres trabajos, utiliza elementos aparentemente sencillos, como figuras de plastilina y decorados domésticos reconocibles, para narrarnos historias inteligibles, con abundantes destellos de humor negro, en las que profundiza sobre comportamientos perversos dominados por pautas abusivas y violentas, y en las que aborda distintos tabúes como la sodomía, la pedofilia y la pornografía. Los trabajos que se presentan en la muestra poseen un tono más suave de lo habitual, aunque no por ello dejan de tener atractivo, sobre todo In Our Own Neighbourhood (2007), que narra la degradación progresiva de una mansión, a través de los personas que la habitan. La historia se inicia con una señora de buena posición que deja la casa acompañada de su mayordomo, dando paso al desfile de una variada tipología de personajes que la van habitando y deteriorando poco a poco, hasta que acaba pintada y destrozada violentamente a manos de los okupas de turno. Al final, incluso éstos la abandonan, dando paso a los animales que merodean por allí, que terminan campando a sus anchas por la que fue, en otra época, una respetable mansión. En la metáfora fílmica de Djurberg, la casa actúa como testigo sombrío de la degeneración de la convivencia en el espacio urbano de nuestro tiempo, en el que observamos resignados cómo el inquietante rostro oscuro de lo salvaje irrumpe incluso, como dice el título de la obra, en nuestro propio vecindario.
WALTON FORD
Completó sus estudios de cine en la Rhode Island School of Design en 1982, pero pronto adaptó su talento para contar historias a la pintura. Sus acuarelas de tamaño real, que a primera vista parecen seguir la línea de pintores de historia natural del siglo XIX como John J. Audubon o Edward Lear, son en realidad complejas fantasías que representan animales salvajes en lugares y situaciones insólitas, citando fuentes textuales que van desde las cartas de Benjamín Franklin hasta los diarios de Leonardo da Vinci.
Ford vivió en Nueva York durante la mayor parte de los años ochenta y noventa –afincado en su hogar por la influencia de viajes personales y profesionales a países como Italia, India y México– trabajando durante algunos años como carpintero, metalista e ilustrador, mientras desarrollaba su arte y su notoriedad.
Su obra ha sido expuesta frecuentemente desde 1987 en galerías privadas e instituciones públicas incluyendo The Whitney, The Brooklyn Museum, the Paul Kasmin Gallery, y Michael Cohn Gallery en Los Angeles. Ha sido galardonado con el John Simon Gugenheim fellowship and grants por la National Endowment for the Arts y la New York Foundation for the Arts, entre otras instituciones.
En la actualidad vive, trabaja y realiza excursiones en las Berkshire Hills de Massachussets, con su esposa Julie Jones y sus dos hijas.
Las acuarelas de animales de Walton Ford podrían pasar por ilustraciones de ciencias naturales del siglo XIX o por pinturas coloniales británicas. Pero no lo son. Algo extraño y siniestro acontece en cada trabajo de Ford, tanto si es un pavo salvaje atacando a un pequeño loro con sus garras, un conjunto de monos causando estragos en una mesa elegantemente puesta para la cena o un búfalo americano rodeado por una manada de sanguinarios lobos blancos... en medio de todo un jardín francés.
Creadas con la hábil técnica de un artista técnico, las obras de Ford vibran con la intensidad de una misteriosa familiaridad; son a la vez apaciguadoras en estilo e inquietantes en contenido. Con títulos como Au Revoir Zaire, Necropolis, Dirty Dick Burton’s Aide de Camp y Space Monkey, sus cuadros abren las puertas a un mundo de realismo mágico, sueños y pesadillas, todo con una sensacional franqueza que casi oculta las intenciones del artista.
Trabajando con el maestro del grabado Peter Pettengill en el Wingate Studio, en New Hampshire, Ford empleó las técnicas tradicionales de aguafuerte, aguatinta y punta seca para crear Limed Blossoms. La edición ha sido impresa a mano durante meses, empleando la técnica del aguafuerte, y cada copia ha sido numerada y firmada por el artista.
Reunidas por primera vez en un libro, la colección de Ford toma su nombre de uno de los textos a los que él alude frecuentemente en su trabajo: The Pancha Tantra, el libro hindú ancestral de fábulas animales coleccionado desde el siglo III al V a.C. y considerado como el precursor de las Fábulas de Esopo.
Esta edición de lujo –llena de reproducciones en color incluyendo 16 desplegables y un gran número de detalles– ofrece el primer estudio en profundidad de la obra de Walton Ford.
El libro incluye también una biografía profesional completa así como extractos de las fuentes textuales acerca de los cuadros, desde cuentos folclóricos vietnamitas y cartas de Benjamín Franklin hasta la Autobiografía de Benvenuto Cellini y la Ornithological Biography de John James Audubon.
miércoles, 15 de abril de 2009
miércoles, 25 de marzo de 2009
Eugène Henri Paul Gauguin
martes, 17 de febrero de 2009
Gian Lorenzo Bernini
El Baldaquino de San Pedro (1624-1633)
Nació en Nápoles el 7 de diciembre en el seno de la familia del escultor florentino Pietro Bernini. Acompañó a su padre cuando éste se trasladó a Roma para trabajar a las órdenes de Pablo V. A la edad de ocho años se entrega al dibujo y copia a Rafael, a Miguel Ángel y a Giulio Romano; conoce, más tarde, personalmente, a Annibale Carracci y no ocultará su admiración por Rubens, Van Dyck y Velázquez.
En un principio, Gianlorenzo, sigue los postulados manieristas de su padre, pero, mas tarde, bajo el mecenazgo del cardenal Scipione Borghese, irá abandonando sus formas manieristas para situar al espectador en un único punto frontal de contemplación.
Gracias a la ascensión al trono pontificio, en 1623, de su íntimo amigo Maffeo Barbieri, Bernini abordó la realización de su sueño: la decoración de San Pedro, pero con la subida al trono, en 1644, de Inocencio X comenzó un tiempo tormentoso y aborrascado para Bernini, que concluyó con la muerte del pontífice en 1655 y la ascensión al trono de un antiguo protector del artista, Alejandro VII, que varió por completo la situación de Bernini.
La fama de Bernini, que no se había movido nunca de Roma, había sobrepasado las fronteras italianas. Los grandes de este mundo se lo disputaban para conseguir de él un retrato.Falleció el 28 de noviembre de 1680, con su muerte Roma dejó de ser el centro cultural y artístico por antonomasia.
El Baldaquino de San Pedro representa este concepto de exaltación papal. Éste fue realizado por Bernini con su padre Pietro como primer oficial y con la colaboración de Borromini a partir de 1629, finalizándose en 1633. El baldaquino se encuentra realizado completamente en bronce sobredorado, combinando elementos escultóricos y arquitectónicos. Este baldaquino, dentro de la concepción miguelangelina de San Pedro como templum, cubre la tumba del apóstol.
Esta es una estructura a medio camino entre la arquitectura y la escultura, utilizando columnas salomónicas por primera vez desde
El uso del orden salomónico es un tanto arbitrario, usando en las columnas un canon similar al corintio y con un dado de entablamento sobre ellos, estando unidos estos por guardamalletas imitando decoración textil. El conjunto se halla coronado por cuatro cornapuntas, realizadas por Pietro y Borromini, del cual apreciamos un cierto influjo. Las columnas están decoradas por pámpanos de vid, referencia a la eucaristía, en los cuales liban abejas, en alusión al escudo de los Barberini.
Este escudo lo encontramos también en los relieves de los podios.