martes, 17 de febrero de 2009

Gian Lorenzo Bernini


Gian Lorenzo Bernini

El Baldaquino de San Pedro (1624-1633)


Nació en Nápoles el 7 de diciembre en el seno de la familia del escultor florentino Pietro Bernini. Acompañó a su padre cuando éste se trasladó a Roma para trabajar a las órdenes de Pablo V. A la edad de ocho años se entrega al dibujo y copia a Rafael, a Miguel Ángel y a Giulio Romano; conoce, más tarde, personalmente, a Annibale Carracci y no ocultará su admiración por Rubens, Van Dyck y Velázquez.

En un principio, Gianlorenzo, sigue los postulados manieristas de su padre, pero, mas tarde, bajo el mecenazgo del cardenal Scipione Borghese, irá abandonando sus formas manieristas para situar al espectador en un único punto frontal de contemplación.

Gracias a la ascensión al trono pontificio, en 1623, de su íntimo amigo Maffeo Barbieri, Bernini abordó la realización de su sueño: la decoración de San Pedro, pero con la subida al trono, en 1644, de Inocencio X comenzó un tiempo tormentoso y aborrascado para Bernini, que concluyó con la muerte del pontífice en 1655 y la ascensión al trono de un antiguo protector del artista, Alejandro VII, que varió por completo la situación de Bernini.

La fama de Bernini, que no se había movido nunca de Roma, había sobrepasado las fronteras italianas. Los grandes de este mundo se lo disputaban para conseguir de él un retrato.Falleció el 28 de noviembre de 1680, con su muerte Roma dejó de ser el centro cultural y artístico por antonomasia.

El Baldaquino de San Pedro representa este concepto de exaltación papal. Éste fue realizado por Bernini con su padre Pietro como primer oficial y con la colaboración de Borromini a partir de 1629, finalizándose en 1633. El baldaquino se encuentra realizado completamente en bronce sobredorado, combinando elementos escultóricos y arquitectónicos. Este baldaquino, dentro de la concepción miguelangelina de San Pedro como templum, cubre la tumba del apóstol.

Esta es una estructura a medio camino entre la arquitectura y la escultura, utilizando columnas salomónicas por primera vez desde la Antigüedad, y tratando de crear un espacio más acorde al espectador. Así sirve de intermediario entre la escala colosal de la basílica y la humana del espectador, antropizando en espacio.

El uso del orden salomónico es un tanto arbitrario, usando en las columnas un canon similar al corintio y con un dado de entablamento sobre ellos, estando unidos estos por guardamalletas imitando decoración textil. El conjunto se halla coronado por cuatro cornapuntas, realizadas por Pietro y Borromini, del cual apreciamos un cierto influjo. Las columnas están decoradas por pámpanos de vid, referencia a la eucaristía, en los cuales liban abejas, en alusión al escudo de los Barberini.

Este escudo lo encontramos también en los relieves de los podios.